TIEMPO PARA VIVIR

domingo, 28 de agosto de 2016

JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ GARCÍA.- LA MANZANA


Y al final los ángeles se olvidaron las alas
en mitad de una sílaba: lluvia de plumas
como veletas en picado alrededor del aire,...
destellos de noche y silencio
disperso en el pensamiento cambiante.
La palabra: como hoz de cara al cielo,
saja al hombre de la duda, en el tartamudeo
constante alrededor del tiempo:
como un reloj maltratado con puños de solitario hueso.
Decir manos es merodear en lo disperso,
hurgar en el vientre de las nubes, arañar su placenta
y revivir o reencarnar a un ángel en el suelo: fieramente
humana,
la palabra, desnuda de plumaje y afila
el acero de sus alas
como veletas inconstantes bailando
al son del viento.
Decididamente, no hay asiento en el planeta
para arcángeles de saya azul y blanquísimo plumaje,
a menos
que gusten salpicar su corona de saliva o fonemas. Porque
de un manotazo,
la palabra apresa al hombre
y lo despoja de luzbeles
mientras la duda permanece cara al cielo.