TIEMPO PARA VIVIR

miércoles, 24 de agosto de 2016

CARMEN GARCÍA ARIZA. FRENTE AL ESPEJO




Te miro de reojo
para que no descubras
cómo me enternecen
tus arrugas,
tan mías;
porque las vi esculpirte
el rostro y el alma
mientras
extendías tus brazos
para cubrirme
del frío beso
de este invierno asesino.

Te penetro callada
por las fosas nasales,
y me respiras
ajeno
a este acto de amor perverso,
y me cuelo sin permiso
en tu sangre,
la que derramó por mí sus versos,
a gotas imperceptibles
de amor
para que nacieran
de nuevo las flores y la vida.

Te invado, serena,
cuando duermes;
y ya, inconsciente, me palpas
mientras me coso a tu piel las alas;
porque ya eres todo mi cielo
y te surco, feliz y ajena,
al río y al miedo,
mientras espantas
esos rayos negros
que amenazan
con romper nuestra alborada.

Te sostengo enternecida
en las lágrimas de duelo
cuando vienen las derrotas
y las cuchillas
a instalarse en nuestra cama,
y, en silencio,
quieren robarte
todos mis te quieros,
mientras levantas con tu cuerpo
un refugio de besos
para protegerme
del sol incierto
y de la muerte agazapada.

Te amamanto enaltecida
con estos pechos cansados
de años y nostalgia,
y a tragos te bebes mi risa
que se derrama insolente
por la comisura ancha de tu boca;
y te enredas en mis piernas
y en mi lengua,
lamiendo
como un perro herido
las cicatrices que me dejó la vida.

Te miro a hurtadillas,
invocándote,
y nos recuerdo
frente a aquel espejo.