me insinuaste:
-desde ahora a los dos
nos dolerá la lluvia-
y al saberlo
volví haciendo
malabares con la lengua
marcando territorio como un perro
será que el amor nos destruye
para que ya no sea posible
construirnos sin el otro
tu vestido seguiría allí colgado
arqueada tu cintura
como una obra de arte
cerca de las vías
caminé de vuelta a casa
y creí en todas las palabras
que aún no me dijiste
quizás porque quedaron
impresas en mis labios.
Mauricio Escribano